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"Manifiesto por la República"

Jueves, 14 de abril de 2016

MANIFIESTO POR LA REPÚBLICA ESPAÑOLA

                                                        14 de abril de 2016

Amigas y amigos:

     Afirma Georges Tyras que «el viajero que huye, tarde o temprano, detiene su andar. El único refugio que le queda es el culto obstinado de la memoria» .

    Al festejar el aniversario de la República Española de 1931, la Asociación Memoria y Justicia de Salamanca quiere hacer un elogio de la Memoria. Pero no sólo para llevar a cabo un merecido homenaje al régimen de libertades  inédito en la España de aquel entonces, sino como reivindicación de la memoria para insuflar vida; con la memoria personal y privada buscamos a diario el sentido de nuestra existencia; con la que proyectamos hacia los otros, la social y solidaria, les reconocemos su condición humana por el básico hecho de formar parte de nuestra misma naturaleza, y no en virtud de su influencia en nuestras vidas, de la proximidad o el roce.

     La memoria personal y la colectiva se sustentan en la misma voluntad por dar aliento, por mantener vivos, con alma,  a nuestros semejantes. Tal vez con la íntima necesidad de sentirnos nosotros también vivos y con alma. La palabra recordar significa, literalmente, traer de nuevo a nuestro corazón.

En 1961 Luis Cernuda escribió un poema cuya primera estrofa reza:

«Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,

cuando asqueados de la bajeza humana,

cuando iracundos de la bajeza humana.

Este hombre solo, éste acto solo, ésta fe sola.

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.»

     Si recordamos con gratitud y nostalgia la proclamación hace 85 años de la II República es porque identificamos en el espíritu de quienes la hicieron posible principios que nos inspiran y en los que creemos: el laicismo y la libertad de conciencia, el impulso de la educación y la cultura para todos, la democratización efectiva de los poderes públicos, la superación de los desgarros entre regiones, la lucha contra la injusticia y la pobreza o la consideración de las mujeres como iguales en derechos y libertades a los hombres.

     Año tras año, también, desde la Asociación hemos querido que el recuerdo de la ll República venga de la mano de aquellos que dieron su vida por defender sus valores. Este Memorial, amigos y compañeros, quiere rendir homenaje a aquellas gentes para que su muerte no signifique el olvido.

     Pero sería ingrato mantener solo la memoria de los que dieron la vida por defender sus ideas, si olvidamos a las otras muchas víctimas que sufrieron una agonía que hoy, ochenta años después, aún sigue viva: a la viuda que tuvo que ponerse a fregar suelos para sacar adelante a sus hijos; o a las familias que, habiendo gozado de una posición holgada se vieron, de la noche a la mañana, en la miseria; o al niño al que arrebatan a su padre y queda al amparo de familiares; o a aquellos que tuvieron que huir a tierras ajenas e iniciar su andadura de cero, rodeados de otras gentes, teniendo que hablar en otras lenguas.

     Por defender esas conquistas o derechos que hoy a casi todos nos parecen incuestionables, muchos sufrieron incontables abusos y muchos perdieron la vida. Es el caso de los cuatro jornaleros asesinados en la finca de Continos y cuyos restos hemos exhumados hace pocos meses: osaron pedir al amo el cobro de unas peonadas sin pagar, y el uso de ese derecho fue su condena de muerte. En este homenaje a la República queremos honrar también a las familias de todos los represaliados y desaparecidos porque son ellas quienes han sostenido con sus recuerdos y sus demandas la dignidad de sus padres, madres, tíos o hermanos…, manteniendo vivo su espíritu -el de los que creyeron que la libertad, la justicia y la igualdad eran alcanzables-, y entregándoselo a la España de hoy, necesitada de esperanza y determinación, y a la que le sobran motivos para denunciar  los desmanes de los poderes económicos y políticos y la hipocresía ciudadana ante las injusticias. Así pues, a vosotros, parientes y familiares de estos cuatro hombres de Continos, nuestro abrazo y  gratitud por vivificar con vuestra presencia la existencia de estos hombres.

     Pero que no se nos olvide lo más dramático: aquellos que dieron su vida por un mundo mejor y más humano, se hubieran dado por contentos de correr la suerte que sufrieron si supieran que su sacrificio no fue estéril. Hemos de avergonzarnos, sin embargo, porque ochenta años después se sigue asesinando impunemente a personas que solo han soñado con un mundo mejor. Ochenta años después las familias quedan desamparadas. Ochenta años después la gente tiene que huir de su tierra, buscando una oportunidad para vivir. Ochenta años después la odisea de aquellos obligados a exiliarse de nuestra tierra se repite. Ochenta años después la esperanza choca con campos de la vergüenza para inmigrantes.

     Tal vez tengamos que dejarnos de ensoñaciones, arremangarnos y ponernos manos a la obra en la lucha por remediar lo que hoy mismo está pasando. Si el mejor homenaje que se le podía hacer, decía Unamuno, era leerlo, el mejor homenaje que todos nosotros podemos hacer a los que sufrieron la violencia,  no sea rendir ofrenda a su memoria, sino defender como ellos lo hicieron los ideales y sueños que animaron sus vidas.

     Con las últimas palabras de este manifiesto ponemos voz a nuestra esperanza de un cercano cambio de régimen político, que sólo podrá llegar si se construye desde el consenso de unos y otros, que aborde las fracturas de los nacionalismos para fortalecer la unidad del país, que garantice la separación de poderes y apueste de verdad por la justicia social y la igualdad ante la ley. La simple desaparición de la figura anacrónica de la monarquía en una nueva república europea que perpetúe la situación de nuestro actual régimen político, sería una triste victoria  de los demócratas. En el mundo globalizado de hoy, la III República Española deberá nacer inspirándose en la libertad y la justicia para cada ser humano.

     La incapacidad de la rica y ensimismada Europa para abordar la tragedia de los refugiados con generosidad, lucidez y coherencia con los principios democráticos de los que presume, es la expresión continental de lo que a día de hoy prima también en nuestro país: abuso de poder y corrupción entre los gobernantes y el sálvese quien pueda asustado de los ciudadanos. Los pobres de este país, los excluidos por la crisis, los más vulnerables a los abusos del sistema reclaman, de nuevo,  nuestra memoria contra su invisibilidad, contra el olvido. La memoria que les da la dignidad de seres humanos y les hace merecedores de los derechos que para nosotros exigimos.

¡Una última reivindicación!: Hace años se organizó con pompa y circunstancia el traslado de los restos de Alfonso XIII a España. ¿Hasta cuándo seguirán reposando los de Antonio Machado o Manuel Azaña, por solo poner dos casos, en tierras que no fueron las suyas y rodeados de gentes que no fueron por las que dieron su vida?

Amigas y amigos,

¡¡¡¡¡  VIVA LA REPÚBLICA  !!!!

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