El 10 de octubre de 2012 se ha presentado en los juzgados de
Béjar una denuncia por los hechos de vandalismo político ocurridos en el
cementerio de Peñacaballera.
La denuncia ha sido presentada por la familia del difunto
Santiago Martín Romero, debido a que unos desconocidos han arrancado la lápida
de su tumba.
Santiago Martín, vecino de Sotoserrano, dirigente de la Casa
del Pueblo, fue detenido por un piquete de falangistas el 23 de agosto de 1936
en los calabozos de Lagunilla, donde fue torturado. Días después fue conducido
al paraje de Las Gargantas, cerca de Peñacaballera, donde fue asesinado a tiros
por un grupo de falangistas de Piedrahita dirigidos por un tal "Carrete",
abandonando su cadáver en el mismo lugar. Recogido por unos vecinos de
Peñacaballera, el alcalde de aquel momento autorizó que fuera enterrado en el
cementerio.
El 21 de junio de 2009 fue colocada una lápida en memoria de
Santiago Martín, por iniciativa de su familia, que vive en Barcelona, y el
apoyo de la Asociación Salamanca por la Memoria y la Justicia. Al acto asistió
la entonces alcaldesa de Peñacaballera.
Al visitar el lugar el pasado 28 de agosto, para poner unas
flores, la familia comprobó que alguien había arrancado la lápida, con
evidentes señales de haber usado la fuerza, lo cual comunicaron a la ASMJ.
Según informó a la ASMJ el alcalde de Peñacaballera, Javier
Valencia Muñoz, el ataque se debió a que los falangistas de Peñacaballera se sienten
molestos con la lápida.
Dado que el ataque a la lápida de Santiago Martín es un
delito contra el respeto debido a los difuntos, contemplado en el art. 526 del
Código Penal, además de una falta de daños (la lápida está valorada en 400 euros),
la familia ha presentado la denuncia correspondiente.
Es de destacar que esa lápida es un homenaje familiar en un
cementerio, no un elemento conmemorativo de la Memoria Histórica.
La ASMJ condena con rotundidad unos hechos lamentables que
vienen a probar la persistencia de una mentalidad fascistoide y antidemocrática
en ciertos sectores de la sociedad salmantina, que se creen con derecho a
atacar con nocturnidad y alevosía a quienes consideran todavía enemigos
políticos, no conciudadanos. Los falangistas de Peñacaballera han actuado en
agosto de 2012 exactamente igual que en agosto de 1936, con la misma cobardía y
el mismo desprecio a la democracia.
Al arrancar esa lápida, los simpatizantes del franquismo
quieren que desaparezcan las huellas del crimen, pero solo consiguen hundirse
todavía más en la infamia. Confiamos en que la España democrática de 2012 no
deje impune este nuevo crimen franquista.
Salamanca24horas, 11 de octubre de 2012
El País, 12 de octubre de 2012