Testimonios
Testigos de la Guerra Civil y de la represión nos cuentan en primera persona
sus vivencias. Si puedes aportar algún testimonio, ponte en contacto con la
asociación.
Represión en Mancera de Abajo. Testimonio de José M.ª Porras Alonso
Salamanca capital
Jueves,
27 de febrero de 2025
Relación de los 13 obreros agrícolas asesinados
(“paseados”) en Mancera de Abajo (Salamanca) en tres “sacas” realizadas en los
meses de agosto y septiembre de 1936.
Primera saca: se
produce el día 24 de agosto. A media mañana se llevaron en un coche a
tres personas:
ALEJANDRO SANCHEZ
MATEOS. “TAPIERO”. Casado. 55 años. Tenía 11 hijos, 5 de ellos en
edades entre 5 y 16 años. De los seis restantes, asesinaron a dos y los otros
cuatro sufrieron prisión y dos tuvieron que ir al frente con los franquistas
para después ser desterrados. (HAY FICHA). Hay un testimonio de una hija,
Cipri, colgado en Internet, que seguro que conoces.
GRACIANO SANCHEZ
CABALLO. “TAPIERO”. Casado. 31 años. Hijo mayor del anterior. Casado y
con tres hijos. Era el Alcalde. Al ir a tomar posesión el 15 de marzo es cuando
se producen los “Sucesos de Mancera”. (HAY FICHA)
REGINO CEMBELLIN
ALBARRAN.- 50 años. Casado. Cuatro hijos. Hombre muy vinculado a
Graciano el Alcalde. (HAY FICHA)
Fueron asesinados en el Monte Villalta, paraje próximo a la
localidad de Salvadiós.
Severino, el herrero de Salvadiós que era de Mancera y tío
de la esposa de Graciano, uno de los asesinados, se enteró de los hechos porque
en la taberna, por la noche anterior, los pistoleros fanfarroneaban que “se
habían cargado a tres de Mancera”. El tabernero le avisó enseguida al saber que
eran de Mancera. Uno de ellos se tuvo que curar en la taberna un desgarro en
una oreja producido, al parecer por un mordisco que le propinó el señor
Alejandro antes de que lo asesinaran. Severino, supo de la identidad de los
tres asesinados y pasó razón rápidamente a Mancera. Los familiares fueron a
Salvadiós a recogerlos y están enterrados en el cementerio de Mancera de Abajo.
Segunda Saca: se
produce el 8 de Septiembre. Asesinaron a cinco obreros agrícolas.
Fueron a buscarlos a Rágama, donde los cinco estaban segando. No hay ningún
dato que corrobore dónde fueron asesinados y dónde fueron enterrados.
Probablemente sería en el entorno de Rágama.
RAIMUNDO-BENITO
NIETO RONCO. “SIMONACA” 36
años. Casado. Un hijo.
(Su esposa, Teófila, era la madrina de mi padre. Vivió 100
años. Yo la conocí.)
SIMON NIETO RONCO.
“SIMONACA”. Casado. Tres hijos.
(HAY FICHA)
PEDRO CEMBELLIN
BLANCO. “EL PIÑONERO” Casado. 3 hijos. (HAY FICHA)
MARCOS ALBARRAN
SERRANO. “CADALSO”. (NO ENCONTRE SU FICHA)
JACINTO CASTRO
CEMBELLIN.- “ANDOLA”. Casado. Dos hijos. (NO ENCONTRE SU FICHA)
Tercera saca: se
produce el 11 de septiembre. Se
presentó una camioneta al atardecer, según cuenta en su relato Jerónima Durán
Alonso, hija de Marciano” El Rojillo”. “Estábamos tomando el fresco a la puerta
de casa los cinco hermanos y nuestro padre contándonos acertijos”
Ese día se llevaron a cinco obreros agrícolas. Fue la última
saca.
JOSE SANCHEZ
CABALLO. “TAPIERO”. 23 años. Recién casado. Hijo de Alejandro Sánchez
Mateos y hermano de Graciano, el Alcalde, asesinados en la primera saca el 24
de agosto. (NO ENCONTRE SU FICHA)
MANUEL NIETO
RONCO. “SIMONACA” Casado. Un hijo. (HAY FICHA)
MARCIANO NIETO
LOPEZ. “EL GENARO”. Casado. 4 hijos.
(HAY FICHA)
ARGIMIRO MARTIN
ALLER. “CHAVARRIQUE”. Casado. 4 hijas y su esposa a punto de dar a luz.
(NO ENCONTRE SU FICHA)
MARCIANO DURAN
CEMBELLIN. “EL ROJILLO” (porque era muy rubio). Viudo. 5 hijos (uno
varón de 17 años y 4 niñas entre 3 y 13 años). (NO ENCONTRE SU FICHA)
Marciano, era primo carnal de mi abuela paterna y su viuda,
prima carnal de mi abuelo materno. Hay un testimonio de una hija Jerónima,
colgado en Internet, que me imagino que lo conoces. De otra hija, Guadalupe
“UPE”, a quien le tengo un gran afecto y cariño, obtuve un relato intenso,
emocionante y desgarrador hace cinco años. Ella tenía 94 años. Por cierto, ese
día me acompañó nuestro común amigo Andrés Sánchez Palacios, a quien también
impresionó el relato de UPE. UPE vive todavía, tiene 99 años y está en una
residencia en Peñaranda.
El hijo varón, Modesto, tuvo que ir al Frente y
falleció en él. Las cuatro niñas quedaron solas, amparadas por algunos
familiares, entre ellos mi abuelo materno, que como he comentado antes era
primo carnal de su madre (fallecida hacía 3 años). Transcurrido un año, a las dos mayores, con 11 y 14 años las “pusieron a servir”
en Salvadiós y luego en Salamanca. Las dos pequeñas, las adoptaron dos
matrimonios, uno de Arabayona de Mojica y la otra no lo se, creo que de
Salamanca.
A estos cinco
asesinados, los mataron pistoleros de Cantalpino y en una cuneta de dicho
pueblo los enterró un joven a quien el Alcalde le mandó hacer ese cometido “por
ser de izquierdas y tener carro para ir a cargarlos donde los mataron”, según
me contó “LA UPE”
Este hombre, siempre conservó en su memoria el sitio donde
los enterró y se lo hizo saber a gente de Mancera. Sobre el año 1986,
“gobernando Felipe”, según cuenta Jerónima en su relato y la Upe me contó a mí
, se personaron en Cantalpino los hijos de los cinco asesinados, entre ellos,
Jerónima y Guadalupe “Upe”. Hablaron con el Alcalde y con el Cura, que dieron
permiso para sacar los restos. Guiados por el que en su día los enterró y con
la ayuda de varias personas del pueblo, consiguieron sacarlos. Cuando todo
parecía que los restos se los llevarían al cementerio de Mancera, varios de los hijos de los asesinados,
entraron en pánico (UPE lo describió utilizando términos escatológicos), y
presos de un miedo atroz por temor a represalias en la gente de derechas de
Mancera, pidieron permiso al Cura y al Alcalde de Cantalpino y los enterraron
allí. Cuando UPE terminó de contármelo, rompió a llorar y a decir que no fue
capaz de convencerlos para llevarlos a Mancera y que lo llevará clavado en su
corazón para el resto de sus días. Habían pasado 40 años y seguían teniendo,
muchos de ellos, el miedo en el cuerpo. De hecho, en Mancera, nadie habla de lo
que pasó.
Por los nombres y los apodos, verás que de los 13
asesinados, seis pertenecen a dos familias: tres a “Los Tapieros” y otros tres
a los “Simonacas”. Eran la base del movimiento de izquierdas del pueblo y los
creadores de la CASA DEL PUEBLO, cuyo local lo hicieron ellos mismos (los
Tapieros eran buenos albañiles).
De esas familias, gran parte de sus miembros, sufrieron
cárcel, destierro y varios tuvieron que ir a luchar al Frente.
José Mª Porras Alonso.
Jesús González Hernández Testimonio de su hija María Jesús González
Salamanca capital
Jueves,
27 de febrero de 2025
Mi padre se afilió a la UGT
y a las juventudes socialistas a los 16 años, cuando se creó la JSU se afilió a ella,
participaba activamente en la
Casa del Pueblo, pintó y llevó la pancarta que fue en la
cabecera de la manifestación del 1° de mayo del 36 en Salamanca capital, tengo
el recorte del periódico pero prácticamente no se reconoce a nadie, según él
gracias a que no se le reconocía se libró de la pena de muerte, fue detenido
junto a un amigo a mitad de agosto del 36 y el 29 de ese mismo mes ingresaron
en prisión (el día de la sublevación tiró al pozo el carnet de UGT y de la JSU, periódicos y libros; en
la transición yo le ayudé a recuperar su pequeña biblioteca), rodó por varias
prisiones además de la de Salamanca: EL Fuerte de San Cristóbal de Pamplona
(vivió la fuga que hubo en dicho fuerte el año 38), la isla de San Simón en la ría
de Arosa, y los cuarteles de Astorga de donde salió en libertad condicional a
finales de 1939, nunca entendió porqué lo indultaron, se estuvo presentando en
comisaria una vez al mes hasta el año 63, año en que nos instalamos en
Barcelona, al cabo de 4 meses de nuestra llegada se presentó en casa la Guardia Civil (de
eso me acuerdo yo, del miedo y del llanto de mi madre, aunque era pequeña) a
pedir explicaciones de porqué no había comunicado a la autoridad pertinente su
traslado a Barcelona y le advirtieron que si se volvía a trasladar lo
comunicara, a no ser que quisiera volver a chirona. No tuvo pasaporte hasta el
año 71. Nunca se rindió en su interior, aunque como la mayoría tuvo que vivir
como un vencido y fue fiel a sus ideas hasta el día de su muerte.
De sus años en prisión se lo que me contó, el miedo que pasaban por las noches
cuando llegaban con las listas los falangistas y los guardias, las escenas de
dolor y pánico de los que eran nombrados, sacaban de las celdas a culatazos a
los que se resistían algunos intentaban agarrarse a las baldosas del
suelo, todo ello entre las burlas de sus verdugos: venga que salís en
"libertad". Todos sabían que los iban a fusilar a las tapias del
cementerio o al monte de la Orbada. El
hambre, los piojos, las enfermedades, las torturas, las celdas de castigo, pero
también la solidaridad que había entre todos ellos, el mientras estuvo en
Salamanca se hizo muy amigo de D. Filiberto Villalobos que le enseñó a jugar al
ajedrez (como el decía eso fue lo único bueno de su estancia en prisión)
mientras estuvo en Salamanca no pasó mucha hambre pues mi abuela y mi madre (a
la que no se lo dejaban ver, pues no estaban casados) le llevaban comida, ropa
y enseres para lavarse, lo peor vino cuando le trasladaron (Marzo del 37) atado
de pies y manos, a otro con cuerdas, y en vagones de ganado al Fuerte de San Cristóbal
(según él habían enviado presos desde Salamanca en dos ocasiones anteriores y
nunca llegaron al Fuerte, se los cargaron por el camino, y eso que eran presos
con condenas en firme), decía que les trataban peor que a los perros, les
obligaban a ir a misa y el cura sacaba las pistolas y las dejaba encima del
altar, además de insultarlos. Tanto el Fuerte como la Isla de San Simón fueron durísimos
y pasó al igual que el resto que allí estaban muchas calamidades. Te contaría
muchas cosas más, pero esto es un resumen.
Al contrario que mi padre, mi tío Casimiro que era más joven que él, no
militaba en ningún partido ni organización obrera, pero era socialista de
corazón, estuvo 4 años y medio en la prisión de Valladolid, porque el día de la
sublevación salió al balcón y dijo a voz en grito : «me cago en los malditos militares
de este país, ya nos han vuelto a meter en otro fregado defendiendo a los de
siempre», tuvo la desgracia que lo oyó un vecino que era guardia civil
retirado y espero a que lo movilizaran unos meses más tarde para denunciarlo,
por tanto el Consejo de Guerra no fue a un civil sino a un militar. Como veras
mi abuela, que por la guerra se quedó sin recursos (tenía una pequeña tienda de
frutas en los bajos de su casa) y con los dos hijos en prisión tuvo que vivir prácticamente
de la caridad de su familia y de la de mi madre, acabada la guerra y con mi
padre de vuelta (una vez que salió de prisión se fue a vivir durante un año a
Bilbao donde tenía una hermana por miedo a regresar a Salamanca, por si alguien
lo volvía a denunciar), más de un vez tuvieron que hacer cola para comer en el
Auxilio Social creado por los fascistas, ya que no encontraba trabajo por rojo.
Así eran doblemente humillados, al final encontró trabajo en una ferretería de
un conocido de mi abuela que no le importó contratar a un ex-presidiario rojo.
algunos intentaban agarrarse a las baldosas del
suelo, todo ello entre las burlas de sus verdugos: venga que salís en
"libertad". Todos sabían que los iban a fusilar a las tapias del
cementerio o al monte de la Orbada. El
hambre, los piojos, las enfermedades, las torturas, las celdas de castigo, pero
también la solidaridad que había entre todos ellos, el mientras estuvo en
Salamanca se hizo muy amigo de D. Filiberto Villalobos que le enseñó a jugar al
ajedrez (como el decía eso fue lo único bueno de su estancia en prisión)
mientras estuvo en Salamanca no pasó mucha hambre pues mi abuela y mi madre (a
la que no se lo dejaban ver, pues no estaban casados) le llevaban comida, ropa
y enseres para lavarse, lo peor vino cuando le trasladaron (Marzo del 37) atado
de pies y manos, a otro con cuerdas, y en vagones de ganado al Fuerte de San Cristóbal
(según él habían enviado presos desde Salamanca en dos ocasiones anteriores y
nunca llegaron al Fuerte, se los cargaron por el camino, y eso que eran presos
con condenas en firme), decía que les trataban peor que a los perros, les
obligaban a ir a misa y el cura sacaba las pistolas y las dejaba encima del
altar, además de insultarlos. Tanto el Fuerte como la Isla de San Simón fueron durísimos
y pasó al igual que el resto que allí estaban muchas calamidades.
Homenaje a Juan Álvarez Pineda.
Salamanca capital
Sábado,
13 de agosto de 2022
Aldea del Obispo,
14 de agosto de 2022
Querido tío Juanito:
Soy Pilar, hija de tu hermano Miguel. Estoy en Aldea con otros sobrinos tuyos,
Rosi, hija de Julia, y Carlos, hijo de Luis, tratando de reparar el olvido y la
ignorancia en la que se perdió tu memoria. Ya sé que no nos conoces, que no
llegaste a conocernos porque te llegó la muerte cuando tenías tan solo 30
años, en un lugar atroz llamado Mauthausen, a más de 2.300 kilómetros de
aquí, hace ya casi 80 años.
Ya no queda nadie que te hubiera conocido y te confieso que es muy poco lo
que sabemos de ti y, aunque llevamos meses intentando conocerte, son
muchas las lagunas, apenas tenemos fechas y lugares, y son más las
preguntas que las respuestas.
Sé que naciste en una tarde de primavera y que la alegría de tus padres
debió desbordarse. Eras el primer hijo varón. Sé que pasaste tu infancia y
juventud aquí en Aldea, que siendo un niño os cambiasteis de casa a la calle
de la Iglesia, que siempre hiciste buenas migas con tu hermano Luis, al que
sacabas tres años.
Supongo que visitarías a tu abuela Julia, en La Bouza y
que tal vez tardaste en conocer a tu otra abuela, que vivía en Málaga.
También sé que con dieciocho años conociste de cerca la muerte cuando una
enfermedad se llevó a tu hermana Rosa, apenas dos años mayor que tú.
Supongo que cuando te llegó la edad fuiste llamado a filas. Y que poco
después, seguiste el camino que parecía ya una tradición familiar y quisiste
ser carabinero, como tu padre y tu abuelo.
Así que en marzo de 1936, dos meses después de fallecer tu madre,
ingresaste en el Instituto de Carabineros y fuiste destinado a la 10ª
Comandancia, en Algeciras.
Nunca pudiste volver a tu tierra. Allá, tal vez en
Guadarranque, al fondo de la bahía de Algeciras, viviste la victoria del Frente
Popular y también la sublevación militar del 18 de julio que provocó la Guerra
Civil. Algeciras cayó desde el principio bajo dominio de las tropas sublevadas,
por lo que tú y tus compañeros abandonasteis la zona para uniros a las
tropas que defendieron la República. A partir de ahí, tan solo sabemos
fragmentos, apenas encontramos ya rastros de tu existencia.
Aunque sabemos que en aquella primavera del 36 debiste conocer a una
mujer de la que te enamoraste y con la que te casaste, aunque no sé ni
cuándo ni dónde. Ni siquiera estoy segura de su nombre. La documentación
de Mauthausen dice que se llamaba Margarita, y que vivía en Vigo, sin
embargo la tradición familiar hablaba de una maestra andaluza… Tal vez os
casasteis en los primeros meses de la guerra, antes de que a finales de año
tuvieras que abandonar Andalucía. ¿Cuánto tiempo pudisteis convivir?
Porque ella, que tal vez no se llamaba Margarita, sino Rosa o Azucena, no
pudo acompañarte cuando recién ascendido a cabo, en diciembre de 1936, te
destinaron a las columnas de choque de los carabineros.
Sabemos que en febrero de 1938, habiendo superado los estudios
correspondientes, fuiste ascendido a sargento con destino en la propia
Escuela de Clases del Instituto en Barcelona, por lo que supongo que pasaste
parte de la guerra alejado del frente. Me consuela pensar algo así.
Hasta que llegó el exilio.
No sabemos cuándo ni por dónde pasaste a Francia
a principios de 1939, arrastrando la derrota frente a los fascistas, junto al casi
medio millón de españoles refugiados en el sur del país vecino. Pero sí que a
partir de ese momento tu vida se fue tiñendo de tragedia. ¿En qué campo de
refugiados estuviste?
Desde algún lugar de Francia enviaste una foto a tu
familia, en la que posas con dignidad y resolución, con la apostura con que te
recordaban en el pueblo. Pero la Guerra había dejado en tu rostro la
serenidad de un adulto que esconde la sonrisa. ¿También le enviaste esa foto
a Margarita? ¿y le pediste que fuera a Aldea esperarte? Tal vez no se llamaba
Margarita, sino Esperanza, porque te esperó, sabemos que te esperó en tu
pueblo dos largos y angustiosos años.
Con el inicio de la II Guerra Mundial, debiste enrolarte, más o menos
voluntariamente, en alguna de las Compañías de Trabajadores Extranjeros en
las que los republicanos españoles ayudaron al ejército francés a defenderse
de los alemanes. Solo sabemos que los nazis avanzaron y fuiste hecho
prisionero en Langres, en el nordeste de Francia, probablemente en el verano
de 1940. Tras meses en campos de prisioneros, sabemos que fuiste
trasladado a Fallingbostel, en Alemania. Desde allí, fuiste subido, junto a
otros 1.500 republicanos españoles, a un tren de ganado que partió el 24 de
enero de 1941 con destino para vosotros desconocido.
Tres días después el tren se detuvo en Mauthausen. Era la madrugada del 27
de enero, te despojaron de tu identidad y pasaste a ser un número, el 6209.
Los testimonios de los supervivientes son sobrecogedores.
Un campo de
concentración que los nazis habían ideado para el exterminio por trabajo.
«Vosotros, que habéis entrado por esa puerta, solo podréis salir de campo por
aquella salida» les dijo, señalando la chimenea, el comandante Bachmayer al
llegar. Todo allí era inhumano, el trato, las palizas, el trabajo, las marchas, el
hambre, mucha hambre, las infecciones, la «enfermería» convertida en
antesala del crematorio…
Dos meses y medio después, el 8 de abril, sabemos que te trasladaron al
subcampo de Gusen, un anejo a Mauthausen, donde se aceleraba el
exterminio y los presos apenas sobrevivían semanas. Sin embargo lograste
sobrevivir en aquel infierno durante dos años y dos semanas.
En total, fuiste
superviviente en un campo de exterminio durante 814 largos días con sus
noches, preguntándote cada mañana si ese sería el día en que acabarías en
el crematorio. En tu ficha del campo de figuras como peluquero, un oficio que
tal vez te libró de los trabajos más penosos. Me consuela pensar algo así.
En el acta de defunción de Mauthausen, consta que falleciste en la
madrugada del 20 de abril de 1943. Faltaban quince días para que cumplieras
31 años cuando los nazis constataron tu último latido. Lo que de ti quedaba
salió por aquella siniestra chimenea.
Querido tío Juanito, queremos que no sigas en el olvido, queremos mostrar
que no te hemos olvidado, que nos sentimos orgullosos de ser sobrinos
tuyos, una víctima mortal del franquismo y del nazismo, cuya memoria estuvo
oculta durante décadas por un silencio vergonzante.
Ojalá pudiera hacerte llegar la tristeza que me produce el injusto y largo
sufrimiento que padeciste.
Sé que no podrás leer esta carta, no tengo dónde
enviarla. Así que, para seguir con su ficción, quemaremos ahora estas
cuartillas, las convertiremos en humo y cenizas en la ilusión de que su final
sea el mismo que el que tú tuviste y sepas, por siempre, que estarás en
nuestras memorias y en nuestros corazones.
Pilar Álvarez.
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